Una tarde de noviembre

Esa lluviosa tarde nos miramos a los ojos, tomé su mano, caminamos juntos y me pregunté: ¿Como se defiende uno de una mujer tan encantadora?


El amor es como Don Quijote:

sólo recobra la cordura

para morir.

Quiereme en mi locura pues mi camisa de fuerza eres tú.